“La verdadera felicidad se encuentra en dedicar nuestra vida a un propósito más grande que nosotros mismos”

Edith Stein

Edith Stein

Fue una filósofa, mística religiosa, mártir y santa alemana de origen judío nacida en Breslavia imperio alemán hoy Polonia en octubre de 1891.

Primeros años

Nació en el seno de una familia judía, su padre era dueño de un aserradero y fue la séptima hija de un total de 11 hijos del matrimonio, y como tal, vivió las raíces hebreas familiares y el nacionalismo prusiano.

Desde muy temprana edad mostró especial interés por la historia y la literatura alemanas y de las grandes figuras de la música como Bach, Mozart y Wagner.

A la edad de 15 años experimentó una etapa de ateísmo crisis existencial, causada por el suicidio de dos de sus tíos y a la falta de respuesta de la religión al tema del más allá. Abandona el colegio y se traslada a Hamburgo para asistir a su hermana Elsa quien iba a tener un hijo.

Historia

En 1913, la lectura de “las investigaciones lógicas“ de Husserl le abrió una nueva perspectiva en vista a su orientación objetivista, por lo que decide trasladarse a Gotinga a terminar los cursos universitarios y por ejercer allí Husserl su magisterio.

En Friburgo, en el año 1917, aprobaron con la calificación de summa cum laude su tesis doctoral titulado “Sobre el problema de la empatía”, tema que le sugirió Max Scheler, con el que inició sus obras filosóficas.

Como estudiante de filosofía fue la primera mujer que presentó una tesis en esta disciplina en Alemania.

Gracias a su amigo Georg Moskiewicz, Edith Stein fue aceptada en la sociedad de la filosofía de Gotinga, que reunía a los principales miembros de la fenomenología naciente como Edmund Husserl, Adolf Reinach y Max Scheler, y durante estos encuentros, una correspondencia personal y profunda con el filósofo, ontólogo y teórico literario Roman Ingarden así como con el filósofo francés de origen ruso Alexandre Koyré.

Ayuda humanitaria

Durante la primera guerra mundial Edith Stein decidió regresar a Breslau, tomó cursos de enfermería y trabajó en un hospital austriaco. Cuando el hospital fue cerrado, Edith regresó a reanudar sus estudios filosóficos con Husserl obteniendo un doctorado en la Universidad de Friburgo.

Una vez obtenido el doctorado, se enroló en la cruz roja en donde fue enviada a ocuparse de los enfermos de problemas infecciosos y trabajo en salas de operaciones, obtuvo una medalla por su dedicación y debido a lo precaria de su condición de salud fue enviada a su casa y no la llamaron más.

Estas experiencias con los jóvenes que morían a muy temprana edad de todas partes de Europa del Este, la marcaron profundamente, y poco a poco fue acercándose a la fé católica, la entereza con la que su amiga Ana Reinach, sobrellevó la muerte de su joven esposo, una vez que ambos fueron bautizados, así como su acercamiento a los escritos de Santa Teresa de Jesús, y la entrada en una iglesia católica de Frankfurt en donde reparó la presencia del santísimo, hizo que se decidiera a ser bautizada en enero de 1922.

Durante esta época, dedica parte de su vida a la docencia con poco éxito para ofrecer cátedra  en universidades por lo que se dedica a dar clases particulares de fenomenología y ética en Breslau y en ocasiones pronuncia conferencias en congresos de pedagogía en Alemania, Austria y Suiza.

Muerte

En octubre de 1933 ingresa al Carmelo de Colonia y rehúsa marcharse a Iberoamérica para huir del nacional socialismo prefiriendo permanecer junto a los suyos hasta que, el 31 de diciembre de 1938 tras “la noche de los cristales” es trasladada al Carmelo holandés de Echt, sin embargo esto no impide su deportación en 1940 junto con 244 judíos católicos más, y ser llevada a las cámaras de gas de Auschwitz-Birkenau en donde muere en compañía de su hermana Rosa.

Durante su estadía en Auschwitz cuida de los niños encerrados en ese campo, los acompaña con compasión hacia la muerte y les enseña el Evangelio a los detenidos.

Fueron conmovedores relatos de sus últimos días dando ánimo a las demás profesas, haciendo que el papa Juan Pablo II la canonizara como Santa Teresa Benedicta de la Cruz en octubre de 1988.

Su sólida visión de personalista cristiana forjada entre la fenomenología, el tomismo y la mística, es fruto de una pasión que supo encauzar con audacia en medio de una vida singular, fruto de un arduo camino intelectual y vital que el hombre de la primera mitad del siglo XX se exponía con el materialismo, el nihilismo, el hedonismo, la xenofobia y el nazismo de su época.

Fuente: Wikipedia y philosophica.info, personalismo.org, vaticannews.va

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